El tracto digestivo del cerdo no se adapta al paso de grandes cantidades de pienso y requiere por el contrario raciones concentradas para su rápido desarrollo. La alimentación debe basarse en maíz o cebada, cereales ricos en fécula subproductos de molienda como salvado, harina inferior y aceite de soja o de linaza. Se ha descubierto que la vitamina B12 resulta esencial en la dieta porcina. La proteína animal —subproductos lácteos, harina de huesos, harina de pescado, residuos grasos no comestibles— es rica en esta vitamina. Se han obtenido notables efectos en la aceleración del crecimiento con el empleo de antibióticos como la penicilina, terramicina y aureomicina. A menudo los cerdos se alimentan con desperdicios, pero esta práctica puede acarrear la triquinosis, ocasionada por el gusano triquina.