La Edad Media produjo una gran variedad de literatura biográfica, especialmente, de santos y héroes, como la vida de Veda el Venerable, de San Cutberto, la Vita Sancti Columbae, memorias personales de San Adamman, la Vita Caroli Magni, vida de Carlomagno escrita por Einhard, y la vida de Alfredo el Grande, de John Asser. Los recuerdos del Dante que Boccaccio nos legó en italiano marcan la transición al Renacimiento, periodo en el que se prestó más atención a los artistas, escritores y otras figuras importantes.
Las colecciones biográficas florecieron en el continente durante el Renacimiento. El «Plutarco de España», Fernán Pérez de Guzmán (1379-1460), publicó una colección de Generaciones y semblanzas. En la Italia del siglo xv, Filippo Villani publicó sus Vidas de florentinos ilustres, en latín, y Georgio Vasari las Vidas de los pintores, escultores y arquitectos italianos más distinguidos (1550), en italiano. Las Acta sanctorum de los Bolándistas, vasta compilación hagiográfica, es el primero y más notable ejemplo de biografía coleccionada en trabajo de equipo. Sin embargo, los grandes diccionarios de biografías nacionales no se iniciaron hasta mediados del siglo xix.