(1911-1993). Seudónimo de Mario Moreno, actor cinematográfico mexicano, nacido en Cotija (Michoacán). Familiarizado con el canto, baile y humor popular callejero, se escapó de muchacho para unirse a un teatrillo trashumante como bailarín. Fue en este periodo cuando adoptó por sobrenombre el absurdo vocablo de cantinflas. Hacia el año 1940 aparece en teatros y filma sus primeras películas. Tal llegó a ser su popularidad que un nuevo verbo entró a formar parte del idioma mexicano: cantinflear, hablar mucho, decir poco y entregarse a extravagantes divagaciones. Su indumentaria es la usada por el cargador mexicano, con ligeras variantes para adaptarse a los diferentes papeles. Su charla es la jerigonza de un orate, dicha con solemne vehemencia: un picadillo de palabras de sentido equívoco, la parodia, en suma, de la garrulería altisonante de cualquier politicastro. Satírico brillante, ha sido «el Charlie Chaplin de Hispanoamérica». El mismo Chaplin le ha catalogado como «el cómico más grande del mundo». Típica entre sus muchas películas es la segunda que protagonizara, Ni sangre ni arena (1941), parodia de la versión hecha en Hollywood (Blood and Sand) de la obra de ambiente taurino de Blasco Ibánez, Sangre y arena. Otras películas suyas, que han hecho reir al mundo entero, son: El gendarme desconocido, Ahí está el detalle, Los tres mosquiteros, Gran Hotel, ¡A volar joven!, El mago, El portero, El siete machos, La vuelta al mundo en 80 días y Pepe.
