desarrollo de la sociabilidad y emociones en el bebé
Puede decirse que el primer año es el más trascendental de la vida, ya que durante su transcurso van perfilándose los rasgos fundamentales de la personalidad del individuo a través de los éxitos y fracasos, de las reprobaciones y alientos recibidos. El niño es extraordinariamente consciente de las palabras y actitudes de las personas que le rodean y su instinto de imitación le hace asimilar y copiar todo lo que ve. Al principio, las emociones afectivas del niño se concentran en sí mismo, pero pronto las extiende a las personas y objetos que le rodean y que le proporcionan bienestar físico. Hacia los nueve meses de vida, su afecto deja de ser egocéntrico y se irradia hacia su madre y demás personas que le prodigan atenciones.
El niño tiene rabietas si no se satisfacen sus deseos o si se le contraría en algo. Guando todavía es muy pequeñito, tal como a los seis meses, su anhelo de compañía o su deseo de tener un juguete que no puede alcanzar pueden también ser causas de su cólera. Pero gradualmente aprende a dominar su ira amoldándose a las circunstancias y fomentando en sí mismo un sentimiento de seguridad dentro del círculo de su familia.