Empleáronse por primera vez en el año 1942 en la campaña del Norte de Africa de la II Guerra Mundial. Tenían una longitud de 1,37 m, un peso de 7 kg y un calibre de 60 mm. Aunque destruyeron gran número de carros alemanes, resultaban de manejo peligroso. Si el tiempo era frío, lanzaban partículas de pólvora que producían quemaduras a los sirvientes y, si caluroso, llegaban a reventar. Los últimos modelos usaron una pólvora menos peligrosa y más potente, llamada BBP (blastless bazooka propellant: propulsor no explosivo para bazooka). Con estas armas se lograba penetrar varios centímetros de blindaje, tierra u obra de mampostería. Pero no se conseguía atravesar los blindajes más gruesos de los últimos modelos de los carros alemanes o los rusos de la posguerra. En vista de ello se construyó un nuevo modelo denominado «superbazooka» de 88 mm, que entró en servicio por primera vez en la guerra de Corea (1950).