Las Baleares fueron habitadas desde tiempos muy antiguos. De la Edad del Bronce quedan, sobre todo en Menorca, notables construcciones megalíticas, talayots, navetas y taulas. Los fenicios y griegos rodios comerciaron con los isleños. Los cartagineses utilizaron a los baleáricos, que se hicieron famosos, como «honderos» en las campañas italianas de Aníbal, como mercenarios de sus ejércitos. Al abandonar los cartagineses España, su general, Magón, buscó refugio en la actual Mahón, a la que dio nombre. El romano Quinto Cecilio Metelo conquistó las islas el año 123 a. de J.C. Posteriormente sufrieron éstas las invasiones de los vándalos, bizantinos y árabes, bajo cuyo dominio formaron parte del reino taifa de Denia y se erigieron en foco de la piratería sarracena. Ello motivó la empresa alentada por el papa Pascual II y dirigida por naves de Pisa y Cataluña, al mando del conde Ramón Berenguer III, que temporalmente conquistó Ibiza (1114). La reconquista definitiva corrió a cargo de Jaime I (1229), que incorporó las Baleares a la corona de Aragón.
Desde la muerte de Jaime I en 1276 hasta 1348, Mallorca tuvo tres reyes propios: Jaime II, hijo del Conquistador, Sancho y Jaime III, que perdió el trono y la vida en la batalla de Lluchmayor, con lo que las Baleares revertieron a la corona aragonesa. Otros hechos importantes de la historia balear fueron, la rebelión de tipo social de las Germanías (1521) y los acontecimientos de la Guerra de Sucesión, a raíz de la cual, Inglaterra se apoderó de Menorca, que fue recuperada posteriormente (1782).
Mallorquines ilustres han sido el beato Raimundo Lulio, «el Doctor Iluminado», Fray Junípero Serra, colonizador y evangelizador de California, el gran político Antonio Maura y el financiero Juan March.
En las Baleares se habla el mallorquín, dialecto del catalán. La contribución balear a la Literatura catalana, ha sido muy valiosa.
