historia del dibujo

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historia del dibujo
  1. El dibujo nació de una elemental necesidad de expresión y fue desde luego utilizado para formular ideas mucho antes de que se conociese la escritura. Gradualmente se fue apartando de su finalidad primitiva y llegó a ser utilizado por los artistas como medio de recoger rápidamente en forma gráfica sus impresiones y acopiar datos para una obra más completa. En tiempos más modernos llegó a constituir un fin en sí mismo, retornando en cierto modo a su carácter original. En este sentido cumple fines artísticos propios, especialmente en el campo de la ilustración. Más práctica y no menos trascendental es la aplicación moderna del dibujo a las tareas educativas. La eficacia de la educación visual, que se vale del dibujo como medio de concretar con más eficacia las ideas que en los textos escritos, ha quedado plenamente reconocida en todos los campos de la enseñanza.

    La mayor parte de los dibujos se hicieron antiguamente sobre pergamino o vitela, material que resultaba muy apropiado por su consistencia y posibilidad de presentación en grandes láminas. El papel, que empezó a fabricarse en Europa hacia mediados del siglo xii, se fue generalizando más tarde, aunque las hojas de mayores dimensiones fueran todavía de 45 X 60 cm, de manera que tenían que pegarse varias para dibujar murales o cuadros grandes.


    Italia.


    Pasando ahora somera revista a los artistas del dibujo, empiezan por llamar nuestra atención los artistas italianos. Alessandro Botticelli (c. 1444-1510) sobresale por su genio lúcido y sereno, que halló perfecto medio de expresión en el dibujo. Sus ilustraciones de la Divina Comedia son supremo ejemplo no sólo de su arte, sino también del arte de la ilustración. La grandeza de sus dibujos reside en constituir una creación artística en sí tanto como una interpretación gráfica del texto literario. Los dibujos de Leonardo da Vinci (1452-1519), que atesora la Biblioteca Real del Castillo de Windsor (Inglaterra), son una prueba impresionante del polifacetismo del maestro. Incluso las páginas de sus cuadernos de anotaciones están cubiertas de innumerables diseños reveladores de la amplitud y agudeza de sus concepciones.

    Notables han sido en la historia del arte los bocetos y dibujos trazados por los escultores. Los de Antonio Pollaiuolo. (1429-98) descuellan por su vida y vigor. En el arte del dibujo, Miguel Ángel (1475-1564) es el más grande de los artistas florentinos. Cualquiera de sus pequeños esbozos entraña todas las cualidades de su genio único y universal. En contraste, por lo que a claridad y belleza de líneas se refiere, no hay mejor ejemplo que la celestial delicadeza de los dibujos de Rafael (1483-1520), que trabajó en Umbría y. en Florencia antes de ir a Roma, donde alcanzó la cumbre de su plenitud artística. Francesco Mazzuoli, llamado Parmigianino (c. 1503-40), se distingue como uno de los primeros artistas apreciados en su misma época por el valor exclusivo de sus dibujos, de los que solía hacer copias, reproducción en madera y aguafuertes para darles una difusión más amplia.

    En los artistas venecianos se advierte una manera de enfocar los problemas de la representación directamente opuesta a la de los florentinos y romanos; aun con la pluma, la fluidez y continuidad de la línea se quiebra con trazos y sombreados. Entonces se usaba mucho la greda, el carboncillo y el lavado a brocha. Los pintores venecianos del siglo xviii, Giovanni Battista y su hijo, Giovanni Domenico Tiepolo, han inmortalizado en sus obras la Venecia apasionada y brillante de su época. Haciendo contrastar el blanco desnudo del papel con zonas de lavado, plasmaron eternamente los efectos cambiantes y efímeros de la luz. Antonio Canale (Canaletto), que inició su carrera como diseñador de escenarios teatrales, pintó vastísimas perspectivas llenas de aire y sol y consiguió combinar el movimiento nervioso con la firmeza del dibujo. Más adelante, su estilo fue desarrollado con marcada fuerza personal por Francesco Guardi (1712-93), cuyo poder de sugestión y transmisión era tan vigoroso que bien podría calificársele como uno de los precursores del moderno impresionismo.


    Alemania.


    En Alemania, como en Italia, cada región ofrece sus características peculiares. Las numerosas escuelas diseminadas forman un conjunto armónico de rica y variada expresión. Como el arte germano posee un carácter notablemente gráfico, cabe esperarse mucho de él en el campo del dibujo. El más grande de los artistas alemanes, Albrecht Dürer (Alberto Durero) (1471-1528), ha dejado un sorprendente testimonio de su talento tanto en sus numerosos dibujos como en sus tallas y grabados. El amor al trabajo de artesanía, la relación entre lo espiritual y lo material, la fusión de lo vulgar con lo inusitado, los agudos contrastes de la vida en aquella época, todo ello se halla conjugado en sus dibujos con solidez y equilibrio. El artista empleó diversas técnicas, que parecían venir a su mano como una respuesta a una necesidad y no como resultado de sus experimentos y búsquedas. Más limitado, pero dotado de gran percepción y penetración, fue Hans Holbein el Joven (1497-1543), que pasó gran parte de su vida en Inglaterra, donde pintó los retratos que se hicieron famosos a través de los grabados que de ellos efectuó Bartolozzi en el siglo xviii. Entre otros grandes dibujantes alemanes destacan Lucas Cranach el Viejo (1472-1553), Wolf Huber (c. 1490-1533) y Matthias Grünewald (c. 1480-1530), cuyas obras presentan concepción y detalles sorprendentes de modernidad.


    Países Bajos.


    Por causa quizá de una razón tan sencilla como la de su limitación geográfica se observa en el arte de los Países Bajos una centralización que difiere mucho de la variedad de estilos e individualidades de Italia y Alemania. Las materias temáticas proceden de fuentes menos variadas —principalmente de la vida y asuntos cotidianos— y la diversidad de técnicas es menos acusada. Peter Paul Rubens (1577-1640) supo expresar una vida sensual y vigorosa tanto en sus dibujos como en sus pinturas. Pieter Brueghel el Viejo (1525?-69), tan representativo de su país y sin embargo tan universal, recorrió en sus obras toda la escala de la fantasía y el humor, dando vida con su pluma a una sátira mordaz, grotesca e intencionada. Antonio van Dyck (1599-Í641), durante algún tiempo ayudante de Rubens, resultó hasta cierto punto influido por él. Sin embargo, existen grandes diferencias entre su estilo «staccato» de gran brillantez y la fluidez como de manuscrito que caracteriza la línea de Rubens. La observación psicológica de Van Dyck muestra una concisión luminosa. Gran parte de su trabajo fue realizado sobre papel blanco con greda negra combinada con bistre, tinta fabricada a base de hollín. Pero Rembrandt, al que muchos consideran el pintor y grabador más grande de todos los tiempos, hizo muchos esbozos de los que puede afirmarse que abrieron nuevos horizontes de libertad e hicieron vislumbrar los modos futuros. Cada aspecto de su arte está presente en sus dibujos: paisajes, escenas bíblicas, gentes del pueblo en sus recíprocas relaciones.


    Francia.


    En Francia, país de la variedad en el campo de las Bellas Artes, coexistieron siempre innúmeras escuelas expresionistas, sutilmente diferenciadas entre sí y evidentemente individuales. Jean Clouet (c. 1470-1540) y su hijo François, con sus retratos de la nobleza francesa, realizaron biografías pictóricas de gran minuciosidad y exactitud, combinadas con el equilibrio de las formas y el realismo. Nicolas Poussin (1594-1665), a pesar de haber vivido en Roma la mayor parte de su vida, ejerció sobre la pintura francesa, por su clasicismo puro, una influencia más profunda que ningún otro artista. Síguele en importancia Claude Lorrain (1600-82), cuyos numerosos paisajes, casi todos a pluma y al lavado, contribuyeron decisivamente a la formación de la pintura inglesa del siglo xix a través de la extensa y selecta colección que de sus obras reunió el Museo Británico. En el siglo xviii, los pintores más importantes fueron Gabriel y Agustín de Saint-Aubin, Jean Honoré Fragonard y el incomparable Jean-Antoine Watteau (1684-1721), cuyas cualidades tan personales y poéticas es imposible describir con palabras. La mayoría de los dibujos de Watteau eran esbozos aislados tomados del natural, que desarrolló más tarde en sus cuadros. Para dibujar trabajó generalmente con greda roja, negra y blanca, procedimiento que supo manejar con una delicadeza y una maestría inigualables.

    En el siglo xix destaca la labor de Jean Auguste Dominique Ingres, cuyos estudios de figuras apenas conocen rival, y de Eugène Delacroix, que impartió notable calidad de textura a sus dibujos sobre animales. Los dibujos de Honoré Daumier, continuador de la tradición de William Hogarth, son fiel reflejo de la sociedad de aquella época. Henri de Toulouse-Lautrec, maestro de la línea, también recogió en sus dibujos la vida que le rodeara. Incluso sus pinturas poseen calidad lineal; influyeron poderosamente en pintores posteriores que utilizaron esta técnica para dar a sus cuadros la sensación de espontaneidad que suele caracterizar a los esbozos rápidos. Los dibujos de Edgar Degas aparecen prácticamente insuperados en su habilidad para captar el movimiento; también él, que se autodenominó «colorista en la línea», impuso calidades lineales a sus pinturas.


    Inglaterra.


    Muchos artistas ingleses han dejado dibujos dignos de nota, pero ninguno tan impresionante como los del poeta-pintor William Blake (1757-1827), que con multitud de procedimientos y una técnica libre y vigorosa convirtió las enseñanzas de Miguel Ángel en un lenguaje gráfico enteramente personal.


    Del siglo XX.


    Como medio de expresión rápido, directo y definido, el dibujo no podía menos de brindar un campo ideal de actividad a los artistas modernos. Las obras del asombroso español Picasso, Matise, Paul Klee, Kokoschka y Henri Moore, el escultor, pueden admirarse en cualquier gran museo y demuestran que estos artistas han sabido mantener viva la llama de la mejor tradición, han incorporado esencias actuales y han abierto nuevos rumbos que conducen hacia el futuro.


    España.


    Tierra tan rica en tradiciones pictóricas como España no podía menos de producir excepcionales dibujantes. Entre todos descuella con dimensiones universales Francisco de Goya (1746-1828), auténtico representante de los valores genuinos de su pueblo y gran maestro del grabado al aguafuerte y la litografía. En las colecciones de sus Caprichos, Los desastres de la guerra, La tauromaquia, Los disparates, campea la pasión por lo vernáculo y un cierto pesimismo que se disfraza a veces de humorismo. Su técnica es ágil, de línea entrecortada y nerviosa, libre y audaz, tanto que su verdaderos discípulos pertenecerán a otro siglo. Es de notar que no grabó ninguna de sus pinturas, por lo que todos sus dibujos constituyen obras independientes y definitivas en su intención y ejecución. En su mismo siglo aparecen magníficos artistas, como Daniel Urrabieta (1851-1904) que, con dibujo de gran carácter, ilustra las obras clásicas de nuestra literatura. Otros muchos dibujantes (Ortego, Capuz, Perea, Pellicer, Padró, Apeles Mestres Casas) elevan el arte de ilustrar a la categoría de profesión artística.

    Más modernamente, en pleno siglo xx, se llega a una completa renovación estética del dibujo, bajo influencias extrañas, especialmente francesas, que cobran en cada artista acentos de originalidad y variedad. En el arte del cartel y la ilustración sobresalen nombres tan prestigiosos como los de Salvador Bartolozzi, Rafael Penagos, Federico Ribas, José Loygorri, Barradas, Seijas, Baldrich. Al prestigio y difusión del dibujo de carteles y el arte del libro contribuyeron no poco los Salones de humoristas, celebrados periódicamente en la capital de la nación. El caprichoso y genial Salvador Dalí, con sus discutidos dibujos surrealistas, suponía también con su obra audaz una valiosa aportación a las inquietudes artísticas de su tiempo.

    Para más información ver: dibujo.
Actualizado: 26/11/2016- Autor: Leandro Alegsa

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c. = ciudad o circa
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