Resumen de la biografía de Alfonso X El Sabio (Rey de Castilla)
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Breve biografía de Alfonso X El Sabio (Rey de Castilla)

 


Biografía de Alfonso X El Sabio
  1. (1221-84). Rey de Castilla, hijo de Femando III el Santo y Doña Beatriz de Suabia. Nació en Toledo y pasó algunos años de su infancia en compañía de nobles castellanos. A los 16 acompañó a su padre en las acciones guerreras contra los moros de Andalucía. En 1249 contrajo matrimonio con Doña Violante de Aragón, hija del rey Don Jaime el Conquistador. Como era frecuente en aquel tiempo, el matrimonio obedeció a móviles e intereses de carácter político, ya que, según parece, el auténtico amor del rey fue Doña Mayor Guillén de Guzmán, cuya momia se conserva aún intacta en Alcocer. De sus amores con esta dama nació una hija, Doña Beatriz, que casó con Alfonso III de Portugal.

    A la muerte de su padre, el santo rey Don Fernando, hereda la corona de Castilla cuando contaba 31 años. Su labor política y militar no estuvo a la altura de la de su antecesor. Si en el haber de su remado cabe incluir la incorporación del reino de Murcia a Castilla, las empresas militares contra los moros no pasaron de escaramuzas y sus tropas conocieron algún desastre importante, como el fracasado intento de la conquista de Algeciras. En realidad le faltó el apoyo interno. Las luchas que tuvo que sostener contra la nobleza hicieron fracasar su intento de pasar a África y enturbiaron sus relaciones con el rey de Granada, tributario suyo, que tan pronto le pedía auxilio como se aliaba con sus enemigos externos o acogía en sus tierras a los nobles rebeldes.

    Entre los defectos que concurrían en su persona fue quizás la ambición el que más le perjudicó: la ambición unida a la debilidad, ya que no tuvo nunca la suficiente energía para llegar a realizar lo que ambicionaba. Así le vemos aspirar a lo largo de su

    reinado a la corona de Navarra (lo que motivó una guerra con su suegro, Don Jaime de Aragón), al ducado de Gascuña y a la corona imperial de Alemania. Esta última aspiración fue la que le ocasionó más sinsabores. El rey castellano alegó los derechos de ser hijo de Doña Beatriz de Suabia y consiguió los votos suficientes, pero fue elegido su contrincante, Ricardo de Cornualles. Protestó contra esta elección y recabó el auxilio del Papa y otros monarcas europeos; pero transcurrió el tiempo, murió Ricardo de Cornualles y fue elegido otro emperador. El Pontificado tomó entonces una posición contraria a Alfonso y le prohibió que se firmara «Emperador de los romanos» (el reino de Alemania se titulaba desde Carlomag-no «Sacro Imperio Romano-Germánico»), También pretendió titularse «Emperador de España», contra lo cual se pronunció su suegro.

    Otro capítulo triste del reinado de Alfonso el Sabio fue la tensión y casi estado de guerra constante en que le mantuvo la nobleza del país. La lucha alcanzó el ámbito familiar: su hermano Don Enrique le movió a guerra y llevó a término toda una campaña de propaganda contra su aspiración al trono de Alemania; otro hermano, Don Felipe, capitaneó la rebelión de los nobles. La política de Alfonso con éstos fue la de otorgarles privilegios creyendo así ganarlos a su causa, pero al fin tuvo que transigir con sus pretensiones.

    Los últimos años de su reinado se vieron amargados por las luchas dinásticas. Estando él en Francia, murió su hijo primogénito, Don Fernando, llamado de la Cerda, Se encendió entonces la guerra por la cuestión de la sucesión al trono para el que existían dos pretendientes: su otro hijo, Don Sancho, y el hijo de Don Fernando. A su vuelta de Francia, por presión de la nobleza, reconoció la sucesión de Don Sancho contra lo que él mismo había legislado en Las Partidas: el derecho preferente de los nietos. Pero más tarde, por influencia de su esposa, intentó reconocer el derecho de los nietos y estalló la guerra con su hijo Don Sancho, el cual, por amor a su padre, siguió la táctica de huir toda la ocasión de encuentro. La falsa noticia de la muerte del hijo rebelde apresuró la muerte del rey, ocurrida en Sevilla.

    Don Alfonso ha merecido el sobrenombre de «el Sabio» por su gran labor literaria y científica. Convirtió su palacio en una gran academia y allí, con la colaboración de sabios y eruditos cristianos, moros y judíos, se concluyeron obras de carácter histórico, literario y científico. En su conjunto esta gran labor es más una suma y una recolección del saber antiguo y medieval que una obra propiamente creadora. La participación del rey fue activa: eligió colaboradores, vigiló la redacción de las obras y llevó a término una supervisión de todo cuanto se redactaba. Las obras más importantes que salieron de este centro cultural son: Cantigas de Santa María, escritas en gallego (lengua tradicional de la poesía lírica), obra la más personal del Rey, en que colaboraron músicos y miniaturistas. Estos últimos realizaron en conjunto 430 composiciones de extraordinario valor arqueológico sobre temas marianos al estilo de muchas colecciones medievales. La Primera crónica general (terminada durante el remado de su hijo Don Sancho) es el primer intento de una historia general de España desde las primeras invasiones, mientras que su General e grani estoria lo es del mundo. Empieza esta última obra con el relato del Génesis y termina (de las seis partes, las dos últimas están incompletas) con el Nuevo Testamento (con el relato de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen). La narración aprovecha además los comentarios bíblicos, que a veces critica y discute, y las fuentes de la historia pagana. Todo cuanto la Edad Media sabía de la antigüedad se encuentra en esta gran obra. El aliento y visión universal que la caracteriza no es obstáculo para que descienda a explicarnos el origen de algunos hallazgos (del calzado o el vestido; así dice que la reina Semíramis fue quien inventó la ropa interior). Las Siete Partidas representan el esfuerzo legislativo más importante de la Edad Media.

    La idea de una recopilación del Derecho viene ya del tiempo de Fernando III, pero es Don Alfonso quien consigue realizarla. Tratan Las Partidas de las relaciones con la Iglesia y con los reyes, de la administración de la justicia, del delito y de sus penas, de la hacienda y de las relaciones de los hombres en general. Las Partidas entraron en vigor en 1348, un siglo más tarde, reinando Alfonso XI. Las obras astronómicas del Rey Sabio (como las Tablas alfonsíes), El lapidario, los Libros del ajedrez, son por lo general traducciones y adaptaciones de originales árabes.

    En su conjunto la obra de Alfonso X el Sabio aparece como una gran síntesis de la cultura cristiana, judía y árabe. Por otra parte esa obra enriqueció notablemente la lengua castellana proporcionándole numerosos y abundantes términos científicos de que antes carecía. La General e gran estoria ha sido editada por A. G. Solalinde (Madrid, 1930).
Actualizado: 18/11/2014
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