Definición de árabe

1. adj. y s. De Arabia.
   
   Cuando se hace referencia a algo como "árabe" en esta acepción, se está indicando que proviene de Arabia, una región geográfica ubicada en el suroeste de Asia.
   
   Puede referirse a personas, objetos, costumbres o cualquier elemento relacionado con esta región.
   
   Ejemplos de uso: "Los trajes típicos árabes son muy coloridos y llamativos".
   
   "La música árabe es conocida por sus ritmos y melodías característicos".
2. m. Lengua árabe.
   
   En este caso, "árabe" se refiere al idioma hablado en gran parte del mundo árabe, siendo una lengua semítica que cuenta con una larga historia y una rica tradición literaria.
   
   Ejemplo de uso: "El Corán, libro sagrado del Islam, está escrito en árabe".
   
   "Muchas personas estudian árabe como segunda lengua para poder comunicarse con hablantes nativos o para comprender mejor la cultura árabe".
   
   
   Origen etimológico de árabe: proviene de la palabra latina Arabs, y esta a su vez de la palabra griega antigua Ἄραψ (Áraps), en última instancia del árabe عرب (ʿarab), endónimo de este pueblo derivado de la raíz semita ʿ-R-B

Origen de la palabra: (del árabe arab, árabes.)


adj. Natural de Arabia. Ú.t.c.s.
Perteneciente a esta región de Asia.
m. Idioma árabe.
V. Año árabe.
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2º artículo

1. Individuo perteneciente al más conspicuo de los pueblos semitas. Aunque en sentido lato suele aplicarse dicho nombre a unos 500 millones de semitas que habitan Asia occidental y Africa septentrional (y que se han desplazado en gran cantidad también a Europa y América), hablan predominantemente la lengua árabe y profesan en su mayor parte la religión musulmana, en sentido estricto y más preciso el término se refiere únicamente a los Beduinos del Desierto Arábigo. Si se acepta una mayor generalidad, cabe ampliar esta denominación a la mayor parte de la población urbana, al antiguo reino Héyaz de la Arabia Saudita y a algunas regiones costeras de la Península Arábiga.
   
   El Desierto Arábigo ha sido calificado de volcán étnico que periódicamente arroja corrientes de lava humana sobre las regiones que lo circundan. Antiguamente, estos vagabundos del desierto emigraron en oleadas Sucesivas a Babilonia y Asiría, donde se fundieron con las poblaciones nativas. Esta fusión étnica y cultural forjó una serie de imperios que alcanzaron notable expansión y poderío. Otra erupción, menos importante en su propósito pero más trascendente en sus consecuencias, fue la emigración de los hebreos a Palestina (v. Judíos, Historia de los). Sin embargo, el más grande movimiento migratorio lo constituye sin duda la marea árabe que bajo el estandarte islámico conquistó la casi totalidad de Asia occidental y todo el N africano. Hacia el 750 los musulmanes habían alcanzado la cúspide de su poderío; su imperio se extendía desde la India noroccidental hasta el mediodía de Francia (v. Mahometismo). Mezcladas con los pueblos entre los que se habían establecido, las hordas árabes perdieron sus características raciales primigenias, pero los fieles de Mahoma llevaron consigo su religión, lengua y cultura, que impusieron sobre la mayoría de los pueblos conquistados. Este acervo espiritual y cultural perduró en casi todos los países del califato musulmán, a los que hoy se aplica el denominador común de mundo árabe.
   
   En África del Norte florece todavía la civilización árabe a pesar de haber terminado hace siglos la dominación árabe y a despecho de la escasa proporción de sangre árabe que corre por las venas de sus habitantes. Estos son mayormente Bereberes, que constituyen no un grupo étnico específico, sino una variada mezcla racial, y que hablan en parte, especialmente en las más apartadas regiones, su propia lengua y dialectos, que escriben en caracteres arábigos. En África hablan además el árabe diversas comunidades diseminadas en el Sudán, Zanzíbar, Tanganica, Uganda y el antiguo Congo Belga. El árabe ha sido, desde los tiempos de Mahoma, el vehículo del comercio, la cultura y la religión en casi todo el territorio comprendido entre Marruecos e Indonesia.
   
   Durante los siglos en que Europa se hallaba sumida en la llamada Edad de las Tinieblas, los árabes desarrollaron una brillante civilización, poco conocida en Occidente y no debidamente apreciada. Fueron ellos los herederos no sólo de Grecia y otras antiguas civilizaciones del Oriente Medio, sino también de la India y China, herencia gloriosa que acrecieron con sus propias y notabilísimas contribuciones al progreso humano. Bagdad, Damasco, Córdoba y El Cairo eran a la sazón grandes ciudades con calles pavimentadas y alumbradas, baños públicos, hospitales, bibliotecas y universidades. En la difusión y fomento de la cultura contaron los árabes con el valiosísimo auxiliar del papel, cuyo procedimiento de elaboración habíales llegado de China. Los llamados números arábigos, de origen indio, permitieron a los sabios árabes realizar importantes descubrimientos matemáticos. Los árabes inventaron la navegación astronómica, perfeccionaron la brújula a partir de la aguja magnética descubierta en China y realizaron importantes progresos en Astronomía, Geografía, Botánica, Zoología, Física y Química. La Medicina, liberada de los numerosos prejuicios religiosos y morales que la encadenaban en Europa, alcanzó entre los árabes un adelanto insólito. Notables, asimismo, fueron sus avances en Filosofía, Música, Artes y Literatura, especialmente en poesía. Los arquitectos erigieron bellísimos e impresionantes edificios, cuyos especímenes más notorios son la Alhambra y el Alcázar, ambos en España. Durante la Edad Media la civilización y la cultura árabes se infiltraron en los países cristianos de Europa, principalmente a través de la España musulmana y por la influencia de las Cruzadas.
   
   Racial y étnicamente los verdaderos árabes de nuestros días son los beduinos del Desierto Arábigo, cuyas costumbres y atuendo no han experimentado cambio apreciable a lo largo de 5000 años. Su única concesión al progreso ha sido la substitución del arco y las flechas por la carabina y el fusil. Viven en tiendas de campaña que trasladan fácilmente de pasto en pasto con sus cabras, camellos y caballos. Su vida social está organizada en tribus, subtribus y clanes. Al frente de cada tribu se halla el jeque, elegido por su sabiduría y cualidades personales, pero sujeto al consejo de la tribu. Comunes entre las tribus han sido los conflictos y los derramamientos de sangre. Desde 1900, sin embargo, se han producido muchos cambios en la vida árabe. La creación del reino de la Arabia Saudita a raíz de la I Guerra Mundial estableció los fundamentos de una unidad política. El rey Ibn Saud consiguió éxitos notables en la supresión de las luchas tribales. Hoy día son muchas y considerables las reformas y mejoras introducidas en Arabia como consecuencia de sus ingentes recursos petrolíferos.
   
   Desde 1900, el mundo árabe ha despertado de su secular letargo y hoy experimenta un vigoroso resurgimiento. Al desmembrarse el Imperio turco como consecuencia de la victoria aliada en la I Guerra Mundial, la mayoría de los territorios árabes fueron reorganizados como Mandatos bajo administración inglesa o francesa. Finalmente, con el resurgir del nacionalismo árabe, los poderes mandatarios hubieron de reconocer la independencia de Irak, Siria, Líbano y Transjordania (actual Jordania), estados éstos que durante la II Guerra Mundial se coaligaron con Egipto y Arabia Saudita para formar la Liga Árabe encaminada a proteger y fomentar sus intereses comunes. La hostilidad mutua hacia el nuevo estado judío de Israel ha servido de aglutinante para mantener la unidad de la Liga. Por otra parte, en la llamada «guerra fría» sostenida entre Oriente y Occidente, ambos bandos se esfuerzan por granjearse el favor de los estados árabes a causa de su estratégica situación en el Oriente Medio y de sus recursos naturales, especialmente petrolíferos. En 1951, el mundo árabe recibió un considerable refuerzo con la conversión de Libia en estado independiente y su ulterior adhesión a la Liga. Otro síntoma del creciente panarabismo fue el descontento que invadió el África del Norte francesa a raíz de la II Guerra Mundial. Un reflejo de esa nueva vitalidad es asimismo el movimiento misionero musulmán que tan profundamente ha penetrado en África y que hoy constituye en este Continente el más poderoso rival del Cristianismo. Véase Arabia o Península arábiga; Árabe, Lengua y literatura; Mahometismo.

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