Definición de Depauperación y desnutrición

1. Por depauperación se entiende la insuficiente compensación —con carácter persistente— del gasto metabólico experimentado por el organismo. Si la dieta en su conjunto resulta adecuada en su composición, pero baja en valor calórico, se producirá una pérdida de peso que provoca el adelgazamiento (emaciación, inanición), pero no el menoscabo inmediato de la salud. En cambio, si faltan o se encuentran en cantidad insuficiente ciertos componentes de la dieta, el desequilibrio resultante recibe el nombre de desnutrición. Una falta cuantitativa extrema transforma la desnutrición en depauperación, mientras que los efectos del desequilibrio cualitativo van de la desnutrición a la enfermedad carencial.
   
   La desnutrición se atribuye a una de las tres causas siguientes:
   
   1) ingestión inadecuada de alimentos como consecuencia de una dieta cuantitativa o cualitativamente insuficiente o de una «falta de apetito»;
   
   2) digestión defectuosa por falta de una o más enzimas en los jugos gástricos o falta de absorción de las materias debidamente digeridas;
   
   3) aumento o alteración de los procesos metabólicos, como ocurre en las infecciones, fiebre, diabetes y otras, que conducen a una destrucción excesiva o a la excreción de sustancias nutritivas que normalmente serían digeridas y absorbidas. Véase Enfermedades carenciales; Hambre y apetito; Digestión; Metabolismo.
   
   Tanto la desnutrición como la depauperación terminan siendo mortales, aunque la muerte tarda más en sobrevenir, lógicamente, en los casos en que estos procesos sean sólo parciales. Como los efectos de la depauperación crónica y aguda son esencialmente los mismos, salvo en lo que se refiere al factor tiempo, no puede establecerse entre ambas una clara línea divisoria.
   
   En condiciones de hambre la depauperación crónica provocada por la desnutrición termina a veces con un corto periodo de depauperación aguda. En la hibernación natural de ciertos roedores, un buen abastecimiento de grasa y su facultad de revertir temporalmente al estado de «sangre fría», con gran descenso del gasto metabólico, les permiten sobrevivir largos periodos. Numerosos informes sobre experimentos de laboratorio en hombres y animales proporcionan un cuadro completo de los cambios estructurales y funcionales que resultan de la privación de alimentos.
   
   Sin que ello suponga olvidar que la privación de agua y alimento resulta más rápidamente mortal que la privación de sólo el alimento, partiremos en lo sucesivo del supuesto de que se dispone de agua y se bebe ad libitum. En estas condiciones, la supervivencia en casos agudos difiere con las especies y puede expresarse en los siguientes promedios por días: para la rata, 5-6; conejillos de Indias, 7-8; conejo, 15; gato, 20; perro, 38 y hombre, 40. Las variaciones individuales en los perros estuvieron comprendidas entre 21 y 117 días y en el hombre oscilaron entre 17 y 76 días.
   
   Entre los animales de sangre fría el tiempo de supervivencia resulta mucho mayor, ya que no precisan consumir combustible para mantener la elevada Temperatura corporal de los de sangre caliente. Se ha mantenido serpientes vivas sin alimento durante casi dos años, ranas durante 16 meses y peces durante 20 meses. Los invertebrados pueden resistir todavía periodos más prolongados: las larvas del escarabajo Trogoderma tarsale viven cinco años, durante los cuales pierden el 99,8 % de su sustancia corporal.
   
   Los cambios estructurales que se producen durante la depauperación se traducen en un extremo agotamiento del cuerpo y pérdida de peso que, en el momento de morir, puede llegar al 50-60 %. Los órganos y tejidos presentan diferencias entre sí en afectación, ya que algunos viven en realidad a expensas de otros.
   
   En cuanto a la composición química, los cambios resultantes no son los mismos para las numerosas sustancias orgánicas e inorgánicas contenidas en el cuerpo. La sangre sé hace más concentrada, como lo demuestra su mayor gravedad específica y menor punto de congelación. Los hidratos de carbono se agotan rápidamente y la movilización de la grasa almacenada induce una concentración más elevada de grasa en la sangre. Se producen desplazamientos del agua y las sustancias minerales de un órgano a otro. En lugar de agotarse uniformemente los recursos del cuerpo, los órganos biológicamente importantes se sostienen a expensas de los menos importantes. La disminución de la cantidad de proteínas en la sangre es particularmente peligrosa, porque reduce las materias primas de las que se forman los anticuerpos. La resistencia a la infección decrece considerablemente, por lo que la muerte subsiguiente a uña invasión de microorganismos puede deberse indirectamente a la depauperación.
   
   Los cambios funcionales en las primeras etapas aparecen relacionados con el desarrollo de acidosis (v. Metabolismo) con su secuela de elevación de amoniaco en la orina, la aparición de cuerpos cetónicos y un aumento del metabolismo basal. Más tarde disminuyen progresivamente el ritmo del pulso y la respiración, la presión de la sangre, la temperatura y el metabolismo basal, lo que representa, en este último caso, un claro recurso de conservación del mermado suministro de combustible en el organismo.
   
   La excreción de nitrógeno da la medida de la destrucción de proteínas. Durante uno o dos días, mientras el organismo disponga de hidratos de carbono, las secreciones de productos finales nitrogenados son reducidas. En los dos siguientes días, es decir, cuando se ha agotado la «despensa de proteínas», se produce un aumento en la excreción, del nitrógeno. Luego disminuye progresivamente la excreción urinaria de nitrógeno, con lo que el consumo de la grasa almacenada permite la conservación de las proteínas en los tejidos. El aumento final, o premortal, en la excreción de nitrógeno señala el agotamiento de las provisiones de grasa, de que depende principalmente la duración de la supervivencia. La excreción de otros componentes urinarios, especialmente las sales inorgánicas, revela asimismo un intento de conservar las provisiones existentes.
   
   

   Depauperación fisiológica

   
   
   Como ya se ha apuntado, la hibernación constituye una forma de depauperación que conduce a la supervivencia en vez de a la muerte. Otro tipo de inanición natural es la del salmón, que emigra desde el mar al agua dulce para desovar y morir. Se sabe que el salmón del Rin permanece sin alimentarse durante 8-15 meses. En este caso, las gónadas crecen a expensas de los demás tejidos, que se van consumiendo gradualmente. Este fenómeno, que se produce durante la reproducción, resulta tanto más misterioso cuanto que la madurez se retrasa y la actividad sexual decrece generalmente en los periodos de hambre.
   
   

   Ayuno

   
   
   Las ventajas de la hiponutrición consisten sobre todo en que disminuyen las posibilidades de contraer enfermedades relacionadas con el exceso en las comidas (gota, diabetes, nefritis). En el tratamiento de la diabetes, antes de que se dispusiera de la insulina, se recurría a menudo al ayuno periódico. El ayuno como práctica religiosa constituye o bien una forma de autorrenuncia o «mortificación de la carne», que se acepta como penitencia, o bien parte de un modo ascético de vida. La abstinencia sexual resultaba probablemente más fácil con el ayuno intermitente. El efecto de «rejuvenecimiento» subsiguiente al ayuno prolongado se explica principalmente por la sensación subjetiva de bienestar que experimentan los que lo practican. Los tests psicológicos realizados en laboratorio acusaron en los examinados una mejoría que duró varios meses a raíz de un ayuno completo de 10-12 días.
   
   La infranutrición y hasta el ayuno periódico pueden ser compatibles con una buena salud. Los partidarios de las llamadas dietas de lujo conceden más importancia a la calidad que al valor calórico de los alimentos. Una dieta de composición adecuada, unida a un horario correcto de tomas, constituye sin ningún género de duda la fórmula más apropiada para lograr y conservar una salud espléndida.

Biología

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