• « ¿Y el oído? Supongamos que el hombre carece de ella. Adiós, graciosos efectos de eco: ¡adiós a la música sublime de los grandes maestros! ¡Adiós, canciones melodiosas de los grandes artistas! El mundo del sonido ha muerto. Ya no oirás el misterioso susurro del follaje, el tranquilo murmullo del arroyo, el tremendo rugido del tormentoso océano: cuántas amenazas tiene el trueno, cuántas promesas la ondulación de las grandes espigas que se asfixian unas a otras, ya no lo sabrás. » (de saber | conjugación)