Artículo enciclopédico: historia de la arqueología
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historia de la arqueología

 


historia de la arqueología
  1. Que no es nuevo este interés del hombre por su pasado nos lo demuestran las excavaciones y colecciones de los antiguos babilonios y egipcios. El caso de Asinio Polión, poseedor de un museo, una biblioteca y colecciones de objetos raros, fue corriente en la Roma antigua. Interesante caso de excavación en la antigüedad clásica es el descubrimiento y traslado a Rheneia de las tumbas de Delos (424 a. de J.C.), realizados con motivo de purificar la ciudad, según el relato de Tucídides confirmado por excavaciones posteriores. La Arqueología moderna tiene su origen en el siglo xvi, que tanto se distinguió por el afán de colección y estudio del arte antiguo.

    La invasión napoleónica abrió en Egipto las puertas a la Arqueología, que en Italia recibió gran impulso en el siglo xviii con las excavaciones de Pompeya y Herculano, Johann W. Winckelmann despertó en Alemania el interés por la Arqueología, como lo hizo en Inglaterra Lord Elgin exponiendo las famosas esculturas del Partenón. Mendes Cohen, en tiempo de Napoleón, creó en Estados Unidos la primera colección egiptológica. Hoy pueden admirarse grandes colecciones arqueológicas en todas las ciudades importantes del mundo, especialmente Nueva York, Berlín, París y Londres.

    Primeros pasos. La Arqueología propiamente dicha no se remonta mucho más allá de doscientos años. Su primera fase, que duró hasta la I Guerra Mundial, se caracterizó por el perfeccionamiento y difusión gradual de técnicas de excavación más precisas, que, más bien que reunir colecciones de objetos, realizaron útiles descubrimientos en Grecia, Italia, Egipto, Turquía y Mesopotamia.

    El primer explorador científico de Egipto fue Jean François Champollion, que descifró la Piedra de Rosetta. Adelantados de la Arqueología fueron también los franceses Auguste Mariette, Edouard H. Naville, Jacques de Morgan y Sir Gaston Maspero, así como el alemán Karl Richard Lepsius. La creación del Egyp-tian Exploration Fund (1833) espoleó las actividades, arqueológicas en Inglaterra y creó una nueva generación de arqueólogos, que, encabezada por los ingleses Sir William Flinders Petrie y John Garstang y los norteamericanos George A. Reisner, James H. Breasted y Herbert E. Winlock, prosiguió sus trabajos casi hasta nuestros días después de haber extendido su radio de acción hasta el Sudán.

    La exploración de Mesopotamia puede decirse que empezó en 1811 con Claudius J. Rich. El hallazgo (1835) por Sir Henry Rawlinson de las inscripciones cuneiformes de Behistún y su ulterior desciframiento estimularon las intensas excavaciones realizadas en Asiria por Sir Austen Henry Layard y Paul E. Botta y posteriormente en Assur por Ernst W. Andrae. Algo más tarde, los trabajos del francés Ernest de Sarzec en Lagash, de los norteamericanos H. V. Hilprecht, John P. Peters y J. H. Haynes en Nippur, del también norteamericano Edgar J. Banks en Bismaya y del alemán Robert Koldewey en Babilonia incorporaban a la historia las primeras civilizaciones del Sur.

    Con las excavaciones de Jacques de Morgan en Susa se inicia la exploración del Irán. Las realizadas por Hugo Winckler en Boghazkeui (Turquía) en 1906 sirvieron para presentar a los hititas como uno de los grandes pueblos del segundo milenio anterior a nuestra era. La mayor parte de las restantes exploraciones de Turquía se refirieron a las ciudades helénicas de Asia Menor occidental y corrieron a cargo de arqueólogos ingleses- alemanes, austriacos y norteamericanos, especialmente Howard C. Butler y William Buckler. La antigua Siria empezó a ser conocida merced a los trabajos de David G. Hogarth en Carchemish, Theodor Wiegand en Baalbek y una expedición organizada por la Universidad de Princeton. La exploración de Palestina comienza con el descubrimiento en 1812 de Petra, ciudad de los nabateos, por John L. Buckhardt y pronto se extendió, sin demasiada fortuna, a los lugares bíblicos bajo la guía de Petrie, Karl Watzinger, Robert A. Macalister y los norteamericanos Edward Robinsón, George Reisner y Clarence Fisher. En la exploración de los periodos clásico y preclásico descollaron como iniciadores Heinrich Schliemann y Wilhelm Doerpfeld en Grecia, Sir Arthur John Evans en Cnossos (Creta) y G. Boni y Rodolfo A. Lanciani en Roma.

    En cuanto a Europa y Rusia, los primeros descubrimientos arqueológicos datan de 1850. Nombres ilustres de la arqueología norteamericana son Edgar Hewett, Sylvanus Morley y Alfred V. Kidder; como hitos de esta ciencia en el Nuevo Mundo cabe señalar la fundación de la Escuela de Santa Fe (1907), los trabajos de Vladimir J. Fewkes en Mesa Verde (Colorado), la expedición de la Universidad de Yale a Machu-Picchu (Perú), las excavaciones en los yacimientos de los Mound Builders (Constructores de Túmulos) en Ohio y los estudios de los jeroglíficos mayas por Morley.


    La arqueología científica. Apenas terminada la I Guerra Mundial, la Arqueología experimentó enorme expansión, al tiempo que se desprendía de su antiguo ropaje precientífico más anticuario que arqueológico. La desintegración del Imperio Otomano y la subsecuente creación de nuevos Estados, con frecuencia en forma de mandatos europeos, dieron lugar a importantes cambios de actitud en el Próximo Oriente. Promulgáronse leyes que protegían los restos antiguos, establecían la Arqueología sobre bases científicas y creaban departamentos arqueológicos que velaran por el cumplimiento de las leyes y cuidaran de los descubrimientos, que con frecuencia fueron alojados en espléndidos museos, como los de Jerusalén, Damasco y Teherán. Muchos de estos centros crearon secciones de excavación que han permitido a los arqueólogos egipcios, iraquíes y turcos realizar trabajos de verdadera categoría. Las actividades del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago promovieron considerablemente el desarrollo de la Arqueología en todos los países del Próximo Oriente, excepto Arabia. Sin embargo, aquí, como en el resto del mundo, lo que verdaderamente revolucionó el conocimiento del pasado en comparación con el existente en 1918 fue el gran acervo de datos reunidos con ayuda de incontables instituciones.

    En Egipto el más sensacional descubrimiento fue el de la tumba intacta del faraón Tut-Ankh-Amen, muerto en 1352 a. de J.C. Tal fue el feliz resultado de las excavaciones realizadas en 1922 por Howard Cárter y Lord Carnarvon en el Valle de los Reyes de Luxor. La momia del joven rey (apenas tenía 18 años), su áurea envoltura, el suntuoso mobiliario fúnebre y los numerosos objetos de oro descubiertos despertaron el interés mundial. Los trabajos realizados por Guy Brunton,

    Gertrude Caton-Thomson, Hermann Junker y los arqueólogos egipcios en estaciones como Tasa, Badari, Merimde, Maadi y otros lugares aportaron valiosísima información sobre la prehistoria egipcia. Otras investigaciones importantes fueron las llevadas a cabo por George Reisner en Nubia y en la necrópolis de Giza (Gizeh), por John D. S. Pendlebury y algunos arqueólogos alemanes en Tell el Amarna, Walter B. Emery en Sakkara (Saqqara), por Albert M. Lythogoe, Her-bert E. Winlock y Ludlow S. Bull, del Museo Metropolitano de Nueva York, y el trabajo del Instituto Oriental en Medinet Habu, templo tebano.

    Los principales hallazgos mesopotámicos se refieren a los periodos prehistóricos y sumerio hasta el 2000 a. de J.C. De sumo valor en la reconstrucción de tiempos tan remotos ha sido el creciente conocimiento de la lengua sumeria y la interpretación de su literatura, la más antigua del mundo en todos los aspectos. La rica necrópolis posterior al 2500 a. de J.C., descubierta por Sir Leonard Wooley en Ur, casi llegó a hacerse tan famosa como la tumba de Tut-Ankh-Amen. A la luz de otros descubrimientos históricos y prehistóricos hechos por el mismo arqueólogo se presenta esta excavación como una de las más importantes realizadas hasta la fecha. Otros trabajos importantes fueron los dirigidos por Julius Jordán, Ernst Heinrich y Heinrich J. Len-zen, de la Universidad de Berlín, en Uruk (Erech); Henri Frankfort, Pinhaz Delougaz y otros arqueólogos en cuatro yacimientos de Divala; Gordon Loud del Instituto Oriental, en la ciudad asiria de Korsabad; Ephriam A. Speiser y Charles Bache en Gawra; y Faud Safar en Eridu. Son también dignas de mención las excavaciones angloamericanas de M. E. L. Mallowan en Arpachiyah; Chagar Bazaar y Brak, y de Stephen Langdon y Ernest Mackay en Kish. André Parrot investigó para el Louvre en Mari, otra interesante estación arqueológica. Las principales excavaciones posteriores a la II Guerra Mundial son las realizadas por Donald E. McCown en Nippur, Mallowan en Nimrud, Robert J. Braidwood en Jarmo, y las de los arqueólogos iraquíes en Eridu y Hatra (El Hadhr). El Instituto Oriental, el Museo Universitario de Pensilvania, la Escuela Americana de Investigaciones Orientales y la Universidad de Michigan son las instituciones norteamericanas que más han laborado en este terreno.

    En Irán, los principales hallazgos se deben a Ernst Herzfeld, a Erich F. Schmidt, que excavó en Hissar, en Ravy y, por cuenta del Instituto Oriental, en Persépolis, y a R. Ghirshman, que realizó descubrimientos en diversas estaciones prehistóricas, Shahpur y Susa, donde le precediera R. de Mecquenem. Por su parte el Museo Metropolitano se interesó por la arqueología sasánida e islámica. Las principales excavaciones realizadas en la India se deben a Sir:John Marshall y Frederick H. Andrews, en Taxila, y a. Ernst Mackay, M. S. Vats y Sir R. E. M. Wheeler, en el Valle del Indo. Sir Aurel Stein exploró el Beluchistán y Asia

    Central, donde también realizaron importantes descubrimientos Albert von Le Coq y Sven Hedin. Una misión francesa y el Museo Universitario de Pensilvania han hecho excavaciones interesantes en el Afganistán.

    Las más importantes excavaciones en Turquía son las efectuadas por H. H. von der Osten, del Instituto Oriental, en Alishar (Alsar Huyuk) y por Kur Bittel en Boghazkeui. Con los arqueólogos turcos colaboraron en otras los norteamericanos Cari Blegen, Hetty Goldman y David M. Robinson y los ingleses Garstang, Winifred Lamb y Seton Lloyd. Las del Museo Universitario, en Gordium, son las más recientes realizadas en esta zona.

    En Siria y Líbano destaca la labor del Instituto Oriental, representado por Calvin W. McEwan y Braidwood, en el Amuq; de la Universidad de Princeton, en Ántioquía; de la de Yale, en Dura-Europos; de Wooley, en Atchana; y de los franceses Fierre Montet y Maurice Dunand, en Biblos; Claude Schaef-fer, en Ugarit; y Henri Seyrig, en Palmira.

    La Arqueología de Palestina es una de las mejor conocidas del Próximo Oriente gracias a las excavaciones de los norteamericanos William F. Albright y Fisher y las del Instituto Oriental en Maggedo. Exploraron también la zona Ips ingleses Garstang, John W. Crowfoot, Alan Rowe, Petrie, James L. Starkey y Dorothy Ga-rrod; los franceses Hugues Vincent, Alexis Mallon y Rene V. Neuville; y el israelí Eleazar L. Sukenik. En 1954 se realizaron importantes excavaciones én Jericó bajo auspicios angloamericanos. Véase Mar Muerto, Pergaminos del; Qumran.

    Chipre ha sido explorada concienzudamente por arqueólogos nativos, suecos, ingleses, franceses y norteamericanos (Museo Universitario). Rodas lo ha sido principalmente por los italianos. En Grecia, la actividad investigadora ha sido constante como consecuencia de la labor de los griegos y de las escuelas nacionales arqueológicas de Inglaterra, Francia, Alemania y Norteamérica. Entre los exploradores norteamericanos de esta zona descuellan Cari Blegen, de la Universidad de Cincinnati; Oscar Broneer, de la de Chicago, y Homer Thompson, de la de Princeton; De excelentes pueden calificarse los resultados obtenidos por los italianos en las excavaciones de los Foros de Roma y las llevadas a cabo perseverantemente en Pompeya y Herculano bajo la dirección de Amedeo Maiuri y Matteo della Corte. Por lo que se refiere al África septentrional, los italianos han realizado excavaciones en Leptis

    Magna y Sabrata, Trípoli; los norteamericanos, en Cartago; y los franceses, en Timgad (la Pompeya africana), Djemila, Tebessa, Sbeitla, Dougga, Madauris (cuna de Apuleyo), Cherchel y otros numerosos lugares prehistóricos.

    Los grandes progresos logrados por la Arqueología en Europa gracias al esfuerzo conjugado de cientos de arqueólogos e instituciones arqueológicas han permitido conocer con gran precisión su prehistoria. En los estudios paleolíticos sobresale el abate francés Breuil; y en los interpretativos del último periodo prehistórico europeo, los ingleses V. Gordon Childe y C. F. C. Hawkes. La arqueología soviética ha conseguido abundante información sobre el Paleolítico y postrimerías de la Edad de Piedra, así como sobre las últimas culturas de los valles de los grandes ríos. Fue notable <“1 descubrimiento realizado en Siberia de diversas tumbas escitas, que, por haber permanecido heladas, conservaron intacto todo su contenido. Gracias a ello poseemos la más antigua alfombra «persa» que se conoce.

    En el Lejano Oriente, las exploraciones de eruditos suecos y chinos ha permitido reconstruir gran parte de la prehistoria china. En ellas salieron a luz bronces «shang» e inscripciones en huesos (oráculos), todos ellos del segundo milenio a. de J.C. El descubrimiento de los esqueletos del Hombre de Pekín constituyó uno de los más importantes acontecimientos en el estudio de la prehistoria. El francés A. H. Mohout descubrió la gran ciudad fantasma de Angkor, en Camboya. y el norteamericano Hallam L. Movius, un nuevo foco paleolítico emplazado en la misma zona.

    Uno de los más interesantes aspectos de la Arqueología norteamericana ha sido el estudio de las antiguas culturas esquimales encaminado a obtener evidencia de la emigración a través del estrecho de Bering de los pobladores del continente americano. No menos interesante fue el hallazgo de las huellas dejadas por el hombre de hace 10000 años en las regiones más occidentales de Estados Unidos. Ninguna de las posteriores culturas norteamericanas parece datar de mucho antes de la Era cristiana. Se han descubierto culturas regionales, que en muchos casos se ha logrado seguir desde el año 500 a. de J.C. El reciente descubrimiento de numerosas ciudades en las selvas centroamericanas y yucatecas ha aclarado numerosos puntos sobre los antecedentes de la civilización maya. También se han iniciado trabajos para establecer los orígenes de la cultura azteca. Las excavaciones iniciadas en Perú durante la II Guerra Mundial, especialmente las llevadas a cabo por el Museo de Historia Natural de Nueva York, han revelado una serie de culturas pre-incaicas.

    Para más información ver: arqueología.
Actualizado: 23/02/2015
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A. = alemán o antes
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