La estructura vertical de la flora de la estepa patagónica chilena se caracteriza por presentar diferentes estratos o capas de vegetación, cada una adaptada a las condiciones particulares de humedad, temperatura y radiación solar de la zona.
En la capa superior, encontramos arbustos y árboles de porte bajo, como el calafate, el notro y el coirón, que se adaptan a las condiciones de viento y sequedad de la estepa. Estas especies suelen tener sistemas radiculares profundos para aprovechar el agua subterránea.
En la capa intermedia, se ubican hierbas y pastos perennes, como el coirón, el fescue y la festuca, que forman densos céspedes y son muy resistentes al pastoreo de los animales.
Finalmente, en la capa inferior, se encuentran los musgos y líquenes, que se adhieren a las rocas y suelos desnudos, aprovechando la humedad y los nutrientes disponibles.
Esta estructura vertical de la flora de la estepa patagónica chilena es el resultado de la adaptación de las plantas a las condiciones extremas de esta región, donde predominan los vientos fuertes, las temperaturas bajas y la escasez de precipitaciones.
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